"And his eyes have all the seeming of a demon's that is dreaming (...)" E.A.P.

domingo, 25 de julio de 2010

Thelma, princesa de Nicamarda


Ya en la inmensidad del vacío, Thelma piensa que es un buen momento para despertar. Las rodillas le pesan y está exhausta y comprimida en un sueño que hacía poco parecía real. Intenta reconocer sus párpados entre el halo de luz y la fantasía que rodea su cuerpo cuando se da cuenta que ya todo ha ido demasiado lejos. Thelma se parece a su madre por la mirada desorbitada de modo aparente y la inusual media sonrisa que pretende ser ajena a este mundo.

Creía estar muerta. Muerta de miedo por los constantes gritos que alejaba con la almohada. Mantiene aún el sabor salado que caía como lluvia entre sus labios, el paquete de cigarros en su bolsillo y una prueba de embarazo que nunca existió. Thelma sueña, entre líneas, que muere acurrucada y que finalmente es feliz; y sin embargo, quizás sea tiempo de despertar.
Thelma huye de lo eterno y corre hacia la orilla del mar para ver a su madre. Tal vez piensa que su dilema es insuficiente para buscar una salida y que su madre jamás volverá, así sueñe que muere entre las olas. Ya en el vacío de la inmensidad, Thelma sueña que despierta.

Desgarra las cortinas, ensucia las paredes, se come las uñas y espera a su tía recostada en brazos de su padre. Voltea la mirada, enciende la radio, golpea la puerta y ensangrienta el suelo de sesos y dolor. Y su padre asesinado y su tía, prostituta será por enarbolar y traicionar el destino de su madre. Es esa la mujer de la que yo me enamoré y la que llora en silencio ahora con una daga superpuesta en su armazón. Thelma sueña que el mundo no es para ella y que el aborto y la venganza son siempre los mejores remedios oníricos.

Thelma sueña que quiere soñar, piensa que ya despertó. Siente que es niña y que la tiene entre sus brazos. Su hija llora desconsolada y es por eso que empezó a fumar. Thelma muere agujereada de pulmón, ahogada por las olas del alquitrán y por la soberbia de su novio. Es la muerte la que la llama, la toca y le susurra al oído “Pequeña Thelma, es la hora de despertar”.